9 de marzo de 2007

El gran inquisidor

"...‑El terrible Espíritu de las profundidades, el Espíritu de la destrucción y de la nada, te habló en el desierto, y la Sagrada Escritura dice que te tentó.

No se podía decir nada más agudo que lo que se te dijo en las tres cuestiones o, para usar el lenguaje de las Escrituras, tres tentaciones que Tú rechazaste. No ha habido en la tierra milagro tan auténtico y magnífico como el de estas tres tentaciones. El simple hecho de plantearlas constituye un milagro. Supongamos que hubieran desaparecido de las Escrituras y que fuera necesario reconstituirlas, idearlas de nuevo para llenar este vacío. Supongamos que con este fin se reúnen todos los sabios de la tierra (hombres de Estado, prelados, filósofos, poetas) y se les dice: “Idead y redactad tres cuestiones que no solamente correspondan a la importancia del acontecimiento, sino que expresen en tres frases toda la historia de la humanidad futura.” ¿Crees que este areópago de la sabiduría humana lograría discurrir nada tan fuerte y profundo como las tres cuestiones que te planteó en tus tiempos el poderoso Espíritu? Estas tres proposiciones bastan para demostrar que te hallabas ante el Espíritu eterno y absoluto y no ante un espíritu humano y transitorio. Pues en ellas se resume y se predice toda la historia futura de la humanidad. En estas tres tentaciones están condensadas todas las contradicciones indisolubles de la naturaleza humana. Entonces no era posible advertirlo, ya que el porvenir era un misterio; pero ahora, quince siglos después, vemos que todo se ha realizado hasta el extremo de que es imposible añadirles ni quitarles una sola palabra. Ya me dirás quién tiene razón, si Tú o el que te interrogaba.

Acuérdate de la primera tentación, no de las palabras, sino del sentido. Quieres ir por el mundo con las manos vacías, predicando una libertad que los hombres, en su estupidez y su ignominia naturales, no pueden comprender; una libertad que los atemoriza, pues no hay ni ha habido jamás nada más intolerable para el hombre y la sociedad que ser libres. ¿Ves esas piedras en ese árido desierto? Conviértelas en panes y la humanidad seguirá tus pasos como un rebaño dócil y agradecido, pero, al mismo tiempo, temeroso de que retires la mano y se acaben los panes. No quisiste privar al hombre de libertad y rechazaste la proposición, considerando que era incompatible con la obediencia comprada con los panes. Respondiste que no sólo de pan vive el hombre; pero has de saber que por este pan de la tierra el espíritu terrestre se revolverá contra ti, luchará y te vencerá; que todos le seguirán, gritando: "¡Nos prometió la luz del cielo y no nos la ha dado!" Pasarán los siglos, y la humanidad proclamará por boca de sus sabios que no se cometen crímenes y, en consecuencia, que no hay pecados, que lo único que hay es hambrientos. “¡Aliméntalos y entonces podrás exigirles que sean virtuosos!”: he aquí la inscripción que figurará en el estandarte de la revuelta que derribará tu templo. En su lugar se levantará un nuevo edificio, una segunda torre de Babel, que sin duda no se terminará, como no se terminó la primera. Habrías podido evitar a los hombres esta nueva tentativa y miles de años de sufrimiento ...".

Extractos del libro Los hermanos Karamasov, de Fedor Dostoievski.

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