6 de febrero de 2007

Dixit Gabbana...

... Stefano Gabbana, el homosexual designer italiano -todavia no se cual de las dos palabras suena peor- o, como se lo llamaria por nuestros pagos, el tano puto:

"Siendo yo mismo catolico, no entiendo el combate de la Iglesia contra el amor" haciendo referencia a la oposicion del clero romano al proyecto de ley que tiende a blanquear y poner en igual pie de igualdad al matrimonio con las uniones de hecho y de desecho -homosexuales, transexuales, etc.-

Sin entrar en la discusion sobre que es el amor y dejando de lado a nuestros amigos Platon y su banquete y a C.S. Lewis y sus 4 amores, quisiera solamente hablar de la falta de cordura y sentido comun que aqueja a nuestros contemporaneos.

Gabbana puede decir que es catolico pero que no practica, o que recibio una educacion catolica que fue desapareciendo con los años, o sencillamente que no es catolico. Y en este ultimo caso seria mas franco con él mismo y con nosotros. Pues, no se puede decir que a uno le gusta la corrida, pero no la muerte del toro, o los banquetes pero no las comidas, o la poesia pero no la rima, ya que ello se llama un contrasentido. Y, es logica pura que los contrasentidos se destruyen.

Y si a uno no le gustan los preceptos de la Iglesia, puede hacer dos cosas:

-Acatarlos de buena o mala gana. o
-irse de la Iglesia.

Lo que uno jamas podra hacer es pedir que la Iglesia cambie sus preceptos porque no le convienen. Al homicida el 5to mandamiento no le conviene, el lujurioso tiene problemas con el 7mo y el fariseo con el 1ro. Por mi parte, tengo problemas con todos, pero no por ello pido a gritos la supresion de los mandamientos...

Definitivamente no se pueden servir dos señores. Y nuestros tiempos son tiempos de elecciones: o Dios o el Mundo, pero no ambos.

1 comentario:

Adiskide dijo...

Cumplir los mandamientos cuesta mucho esfuerzo, pero no por eso vamos a renunciar al Ideal. Al contrario: hay que redoblar la apuesta si queremos ser cristianos cabales. Seamos garantes de nuestra fidelidad empeñando hasta la última gota de nuestra sangre. Cristo se lo merece...¡Vaya si se lo merece!