Costumbres curiosas

En una isla lejana, al ritmo de tambores caribeños, unos negros bailaban y saltaban diciendo:

-Somos los mejores, somos los mejores!

Me acerqué a uno de ellos que descansaba entre dos saltos y le pregunté:

-Dígame buen hombre, por qué son los mejores?

-Porque así lo ha decidido la mayoría del pueblo, utilizando los sacro preceptos democráticos del gran Tutú. Además hemos ganado la lid de las elecciones que nos consagran ipso facto como los mejores.

Curioso de esa extraña costumbre local, quise conocer más y seguí preguntando:

-Y que ganan siendo mayoría?

-Ganamos puestos en el gobierno.

-Entonces se dedican luego a gobernar?

-A veces, pero las menos. Con los puestos del gobierno ganamos plata, mucha plata.

Para adentro mío pensaba estos son unos canallas y seguí preguntando:

-Pero el pueblo no se da cuenta que lo engañan?

-Para eso existen los medios de desviación.

-De comunicación habrá querido decir?

-En efecto, así los llaman el pueblo. Nosotros preferimos decir de desviación, porque cuando demasiadas sospechas pesan sobre nuestras cabezas, las desviamos utilizando la televisión, la radio y los diarios, que son tribunas de doctrina. Y además nadie nos puede echar.

-Nadie? pregunté.

-Nadie! Los preceptos democráticos establecidos por el gran Tutú rezan claramente que la mayoría del pueblo siempre tiene la razón. Y como dejamos al pueblo utilizar únicamente su razón para votar, deben esperar como mínimo cuatro años para retirarnos el mando. Y como la mayoría de las veces, la mayoría no utiliza su razón para votar, nos quedamos más años en el gobierno.

-Pero no hay golpes de estado?

-Algunos hubo en el pasado. Pero luego hemos aprendido que no hay anda peor que la no-democracia y que el pueblo nunca debe resignar su voluntad general.

Y ahí otros negros entonaron a coro: -el pueblo, unido, jamás será vencido!

Y aprovechando la algarabía del momento me eclipsé rápidamente. En tierras extrañas, no hay que abusar de la cortesía de los nativos.