13 de julio de 2007

Vuelos nocturnos

Corrían los años de la segunda guerra mundial.

Con sus crudos y fríos inviernos.

En el sur de Francia, cerca de la cuidad del Puy-en-Velay, algunos trabajaban preparando el desembarco del sur.

Que fue mucho más modesto que el del norte.

Pero pidió el mismo esfuerzo y trabajo.

Mi abuelo formaba parte de un grupo de la resistencia que trabajó en organizar ese desembarco.

La mayor dificultad, era transmitir información y documentos al mando mayor del ejército americano, que estaba asentado cerca de las costas africanas.

Lo hacían, a través de vuelos clandestinos.

Un pequeño avión venía cada mes. Recogía mapas e informaciones y dejaba armas y directivas a cambio.

El problema era hacer aterrizar el avión, sin despertar las sospechas del ejercito alemán.

Para eso, utilizaban pistas de aterrizajes clandestinas.

Pero los alemanes tenían estudiados los posibles lugares donde podían aterrizar aviones enemigos. Y patrullaban esos lugares.

Así que, para no tomar riesgos inútiles, y para que los alemanes no se enteren de nada, a cada nuevo vuelo, construían nuevas pistas.

La idea era brillante. Pero, como suele ocurrir muchas veces, la práctica lo era menos.

Para empezar, elegían algún campo en las afueras de la ciudad y lejos de las guarniciones enemigas. Uno de los requisitos era que el terreno tuviera árboles. Con el fin de evitar las sospechas alemanas. Luego había que cortar los árboles, preparar una pista de aterrizaje, entregar los documentos al piloto, mientras que otros reabastecían al avión de combustible y, finalmente, desaparecer una vez que el avión haya despegado y antes que las patrullas alemanas noten algo raro.

Por razones evidentes, la pista de aterrizaje se preparaba a último minuto.

Eran avisados de la llegada de un avión a través de los mensajes cifrados de la BBC.

En horarios preestablecidos, un locutor decía una frase, aparentemente, sin o con al menos poco sentido.

Por ejemplo, a las tres de la tarde : A Juan le gusta el chicle.

Y eso significaba, estén atentos.

Luego repetía la misma frase a las nueve de la noche.

Y eso significaba, la operación está en marcha.

Por fin, si la misma frase se repetía a las doce, quería decir que el avión acababa de despegar.

Si la frase no se repetía, significaba que la operación se había anulado a último momento. A ahí no quedaba más que dejar las hachas y serruchos en su lugar e irse a dormir.

Uno se los imagina, intentando descifrar entre los ruidos de la transmisión de una vieja radio y además en inglés los dichos del locutor.

Tres aviones hicieron aterrizar en distintos campos.

El ultimo, casi los pierde.

Y todo por culpa de una flor.

A las doce de la noche, como previsto, el locutor ratificó la orden.

Y se fueron todos a cortar árboles. Bajo el inmenso frío y con las pocas herramientas que tenían. Cinco horas, era el tiempo que tenían para convertir un campo en una pista decente de aterrizaje. Cinco horas era el tiempo que tardaba en llegar el avión desde África.

A las cinco de la mañana, todo estaba listo.

Y, como previsto, aterrizó el avión.

El piloto era inglés.

Saludó, recogió lo que debía y, con la flema que los caracteriza, le dijo a mi abuelo:

-Antes de irme, quisiera una flor de Francia.

Una flor! En uno de los inviernos más fríos de la historia, bajo la nieve que recubría todo, el tipo quería una flor.

Y mi abuelo intentó explicarle que no había flores en esa época.

Pero, al inglés poco le importaba.

Quería una flor francesa y no se iría sin ella.

Y ahí estaban, el inglés esperando la flor y todos esperando que el inglés se marche antes de que los soldados alemanes los sorprendan.

Y, como parece que el inglés era testarudo, empezaron todos a buscar una flor.

Pero no encontraban.

Hasta que mi abuelo, detrás de una vieja granja abandonada encontró una zanahoria.

Y fue adonde el inglés. Y le entregó la zanahoria en guisa de flor.

Y el inglés la miró y dijo:

-Bueno, es casi como una flor.

Y el tipo se fue contento, con su flor-zanahoria en el bolsillo de su campera.

1 comentario:

josé angel dijo...

pensé que se había ido con su zanahoria metida en medio del culo